jueves, 12 de febrero de 2009

El poder de la palabra

El valor del dólar sigue subiendo con todo y los esfuerzos del banco de México, el billete verde esta por las nubes. En cambio la palabra, esa que damos, esa que es lo único que nos queda al final, esa, esa vale cada día menos.

Cuántas veces hemos dicho -seguro voy – a sabiendas que no sucederá y sólo porque nos da miedo/flojera dar explicaciones.

Ayer me quedé pensando cuánto vale mi palabra y tristemente vale mucho menos de lo que me gustaría, soy la reina del “yo caigo” sólo porque me gusta tener plan B, porque odio quedarme en mi casa por obligación.

Pienso que cada vez que rompemos nuestra palabra el pequeño ser que habita en la cabeza levanta los hombros y se queda con carita de asterisco y eso si no se muere de risa cada vez que prometemos algo, porque sabe que son mentiras, porque el asombro viene cuando cumplimos y no cuando fallamos.

El año pasado prometí dejar de fumar cuando cumpliera 30, hace 5 meses de eso y sigo fumando casi una cajetilla diaria. Prometí también ir al gimnasio, hasta yo me estoy riendo. Y así hay una lista de promesas no cumplidas que le roban valor a lo más caro que tengo, mi palabra.

Cuando empecé este blog la idea era deshacerme de mis rollos, al postearlos dejan de ser míos y todo se hace más fácil. Hoy el propósito es inverso, lo pongo aquí para hacerlo público, para recuperar la confianza de mi vocecita, para no reírme de mi, para asegurarme de que lo que yo digo se escribe en piedra.

* Dejo de fumar el 2 de marzo.

1 comentario:

Sheila dijo...

así me gusta chingao!