miércoles, 5 de noviembre de 2008

Una buena y una mala

Esta vez no me preguntaron cómo las quería, simplemente me dieron la mala sin preguntar.

Alrededor de las 7:30 recibí la primera llamada. - ¿Estas bien?. – sí, ¿por?.

Se había estrellado un Lier Jet a 200 mts de mi oficina, justo en mi camino de regreso a casa. El teléfono empezó a sonar, estaban preocupados por mi, afortunadamente yo ya estaba en mi casa cuando estas llamadas, hablábamos mientras veíamos las noticias sin poder dar crédito de lo que pasó. UFF! Juan Camilo Mouriño estaba en el avión y no hay sobrevivientes. ¿Qué?. ¿Cómo?. ¿Fue un accidente?.

La última de mis preguntas sigue sin respuesta, a mi, de corazón me gustaría que, efectivamente, se trate de un accidente. Sin embargo, resulta difícil pensar que fue así, pues el piloto nunca reportó alguna falla. Dicen, los que vieron desde la azotea del edificio en el que trabajo, que el avión ya estaba en llamas cuando cayó.

Esta situación me recuerda irremediablemente aquel 11 de marzo de 2004. Yo estaba en Madrid y mi teléfono también sonaba cada vez que la saturación de las líneas lo permitía. La diferencia. Aquella vez dormía en mi cama del otro lado de la ciudad. Ayer, pasé por ese lugar 8 minutos antes del avionazo. 8 minutos.

En ese 11 de marzo de 2004 lo que sentía era miedo, miedo de subir al metro, miedo de viajar en tren. Hoy, doy gracias por haber salido a tiempo, por no haberme dado cuenta, en carne propia, de lo que pasó. No me tocaba y afortunadamente a ninguno de los que aquí trabajan, aunque algunos lo estuvieron mucho más cerca que yo.

La buena, ganó Obama. Urge que sea 20 de enero. Bush ay te vas por la sombrita.

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