viernes, 21 de noviembre de 2008

Minia queridisima

Se fué al clarear el alba, igual que su Pasi querido. Minia, mi abuela, se apagó un martes por la mañana en su cama, en ese cuarto tan lleno de recuerdos, tan lleno de ella.

Y es que con ella mueren tantas cosas, las navidades en Calvario 61, el cochino que durante tantos años rifaron entre sus nietos, las 16 botas con nuestros nombres -colgadas en ese comedor tan grande como el vacío que se siente hoy- muchas bordadas por ella (la mía), las noches de guitarra cantando las canciones de siempre, su voz grave cantando la media vuelta que aun resuena en los pasillos de su casa y en los de mi cabeza.

Minia, fuiste una gran abuela, a pesar de que en los últimos años nos sacábamos de quicio mutuamente siempre tuviste un buen consejo, siempre te alegrabas al verme entrar a tu casa o al escuchar mi voz en el teléfono, siempre mandabas muuchos muuchos besos.

Cómo me gustaba sentarme en el banquito de tu vestidor y verte arreglarte con tanta calma, en fondo, sacabas tu ropa, tan elegante como tus manos, prendías el segurito con tus medallas (el mismo que ahora llevo puesto cerca de mi corazón), encendías la luz del espejo con aumento y te maquillabas. Cuando estabas lista, buscabas en tu cajón, me dabas un chocolate y tú con una elegancia que ojalá te hubiera heredado sacabas un Virginia Slim y salías directo a la cocina para ver que todo estuviera listo.

Hoy tu ausencia se siente por todo el cuerpo, supongo que con el tiempo llenaremos el vacío con recuerdos, con tu ejemplo, con el eco de tus carcajadas.

2 comentarios:

Sheila Cabeza de Vaca dijo...

lo siento mucho Karlita.
Animo!

La chica cortocircuito dijo...

Lo siento guapa.
Qué bonito homenaje.
Siempre me han gustado las mujeres que no pierden la coquetería con los años. Mi abuela era también así.
Se fue hace cinco años. Venía de la peluquería. Hasta el último momento fue femenina y presumida.
Algún día colgaré en mi blog un texto que le dediqué.
ánimo. mua!