domingo, 5 de julio de 2009

Intentando barrer con la plancha

Las cosas tienen una forma específica para cumplir con una función, por ejemplo, las escobas tienen un mango largo y una especie de cepillo para poder barrer lo que hay en el piso, las planchas tienen una base plana que se calienta para poder quitar las arrugas en la ropa.

En cuestiones de género es lo mismo. Los hombres son de un solo foco porque necesitan concentrarse muy bien en lo que están haciendo para poder ser proveedores, para estar alertas y proteger a los suyos. Las mujeres somos multitareas para, cuando llegue el momento, poder cuidar de nuestros hijos mientras hacemos otras cosas. Como estos ejemplos hay un millón de cosas físicas y emocionales que diferencian a los hombres de las mujeres, por el simple hecho de que los hombres están diseñados para ser hombres y las mujeres están diseñadas para ser mujeres. No hay más tutía.

Hoy a, más o menos, 15 años de vida sentimental me doy cuenta de que me he pasado media vida intentando demostrarle a los hombres importantes para mi que puedo ser como ellos, que no los necesito, que soy autosuficiente y he hecho a un lado el poder que me da ser mujer, lo he minimizado. Al mismo tiempo les he pedido que sean cariñosos, comprensivos, empáticos, complacientes, vamos les he pedido que sean la mujer ideal. Esta cabrón, llevo 15 años intentando barrer con la plancha y planchar con la escoba.

Si miro hacia atrás me veo cargando cajas mordiendo la bolsa y con lo poco de mano que me queda libre intentando abrir la puerta del coche, cuando unos minutos antes un hombre se ofreció a ayudarme y yo le dije “no te preocupes yo puedo sola”. O cuando un hombre me dice “te acompaño a tu casa”  yo muy macha le digo “no te apures, no pasa nada”, sí pasa, pasa que voy a las 3 de la mañana cagada de miedo de que algo me pase, porque está en mi naturaleza de mujer sentir miedo a poner en riesgo mi integridad física, entonces me pongo mi traje de yo divina maravillosa no pasa nada no tengo miedo segura de mi misma todo por la cara todo por la cara, pongo los seguros, subo las ventanas y regreso a mi casa paniqueada, eso sí,  por dentro.  Pero qué tiene de malo decir “sí mil gracias, me harías un gran favor”, por qué carambas voy por la vida haciéndola de Rambo, qué tiene de malo  aceptar ayuda de alguien que la está ofreciendo.  

Pedir ayuda, aceptar que a veces no puedo sola, como diría la Betza, jamaaaaaaica. Ah pero cómo soy buena pa exigir que un hombre me ponga atención aunque esté haciendo otra cosa, para quejarme porque los hombres no hablan de sus sentimientos, porque no se muestran vulnerables, porque no son como yo.

Hubiera estado padre saber esto hace mucho tiempo, pero bien dice el dicho echando a perder se aprende. Se me ocurre que, en una de esas, la vida es más fácil si las mujeres nos dedicamos a ser mujeres y los hombres a ser hombres y no me mal entiendan, los hombres también pueden lavar platos y las mujeres podemos trabajar y aportar, todos tenemos energía masculina y femenina, si es necesario me pondré traje de yo divina maravillosa no pasa nada no tengo miedo segura de mi misma todo por la cara todo por la cara mil y un millón de veces pero cuando me sienta protegida podré explotar al 100 mi feminidad, podré SER mujer para que aquel que me esta brindando esa seguridad pueda SER hombre, así cada uno puede jugar de su lado del tablero, así de pronto no nos confundiremos tanto.

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